EL POETA Y EL ARTE
ESCRIBE:
NORBERTO PANNONE,
PRESIDENTE DE ASOLAPO ARGENTINA
En Las distintas formas
de mirar las cosas de la vida, un poeta entiende que; el mástil de un barco,
una horca y una cruz se fabrican con diferente madera. Entiende la diferencia
entre una piedra del muro de una Iglesia y una piedra del muro de una prisión.
Oye “las voces de las piedras”. Muchos de nuestros poetas hablaron de la “Voz”
mineral: Jaime Dávalos, Manuel J. Castilla, Leguizamón, Yupanqui, Sábato y
tantos otros. El Poeta entiende y conoce
el idioma de las viejas paredes; de los túmulos; de la ruina de los ríos y los
bosques; de la montaña y la llanura. Comprende el canto de los pájaros y el
sonido del viento; el murmullo de la lluvia y la fragancia de una flor.
Descubre el sentido del dolor y la alegría, de la vida y de la muerte. Oye las
voces del silencio y deduce la diferencia psicológica de las mismas. Comprende
que los mutismos pueden ser diferentes. Con tenacidad, busca desarrollar esa
comprensión poética del mundo para fortalecerse y reforzarse, porque sólo a
través de ella entrará en contacto con el universo verdaderamente real. Debemos
estar convencidos que en el mundo existente, detrás de los fenómenos que nos
parecen semejantes, se ocultan a menudo portentos tan disimiles que, sólo fuera
de nuestra frecuente ceguera, se podrían explicar, dando por el suelo con
nuestra simple percepción de las semejanzas. No parece ser tan simple entonces,
ni es lógico, que todos podamos ver en la misma gota de agua: la idéntica
reflexión de la luz, un significado semejante o experimentemos la misma sensación
emocional. Todo arte consiste en entender y representar diferencias huidizas.
El mundo fenoménico es meramente sustancial para un artista (como lo son los
colores para el pintor y los sonidos para el músico) pues, ese mundo contribuye
a alimentar su inspiración. No nos cabe duda que: desde la nada, nada existe.
Aunque algunos filósofos afirman que: “si “nada” es lo opuesto de “todo”, tiene
que existir, aunque mas no sea, como concepto” En el fenómeno de la percepción
de los contenidos de las cosas (noúmeno) existe un “aparato” sutil al que
llamamos “alma de artista”. Un artista debe ser un clarividente, un dotado por
el espíritu divino de Dios, si se es creyente, o por la naturaleza misma, si su
fe no existe. Debe ver aquello que los demás no ven y, con su magia, debe
poseer la habilidad y/o el don de hacer que los demás vean lo que no ven por sí
mismos. El arte ve más y a mayor distancia de lo que ve el común de las
personas que sólo andan a tientas y en consecuencia, no logran advertir las
diferencias entre las cosas que no se expresan física o químicamente. El arte
sirve de soporte a los sentidos. Ve mucho más que el aparato más perfecto;
escucha el sonido del universo; palpa la tersura del aire; huele toda la sal de
los océanos y saborea (metafóricamente hablando) hasta las partículas del
perfume mineral. Percibe las infinitas facetas incorpóreas del cristal, y en
una de esas fases, encuentra al Hombre.
©Norberto Pannone, poeta
y escritor argentino
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